Notas |
- Con un carácter menos enérgico que su padre, quien gobernó realmente al principio del reinado fue Maio de Bari, con el título de ammiratus ammiratorum, que sustituyó a Thomas Burn. Excluyó a la nobleza de la administración y trató de recortar la libertad de que gozaban las ciudades.
El papa Adriano IV movilizó a los nobles en su contra. Se apoyaba en que la autoridad de Guillermo no había sido reconocida por el emperador bizantino, Manuel I Comneno ni por el del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico I Barbarroja.
En 1155, tropas griegas ocuparon Bari y comenzaron a sitiar Brindisi. Guillermo, sin embargo, no estaba desprovisto de fuerza militar. A la llegada a Italia, destruyó a la flota y al ejército griegos en el sitio de Brindisi el 28 de mayo de 1156 y recuperó Bari. Adriano debió pactar en Benevento el 18 de junio de 1156, confirmando a Guillermo como rey legítimo, y en 1158 se firmó la paz con los griegos.
Estos éxitos diplomáticos fueron probablemente debidos a Maio; por otra parte, los dominios africanos se perdieron en favor de los almohades (1156-1160), y es posible que fuera una táctica de abandono debido a los peligros que acechaban al reino por el norte. La política de Maio condujo a una conspiración general, y en noviembre de 1160 fue asesinado por Matthew Bonello, líder de los nobles sicilianos. Durante algún tiempo el rey estuvo en manos de los conspiradores, que tramaban asesinarlo o deponerlo, pero Guillermo contaba con el soporte de la población general y del ejército, que se reunieron en torno a su defensa. Así, en una corta campaña, redujo a los sublevados. Liberado de las presiones, Guillermo confió el gobierno a los hombres que se habían formado en la escuela de Maio, creando un triunvirato con el protonotario, Mateo de Ajello, el conde Silvestre de Marsico y el arzobispo de Mesina, Ricardo Palmer.
Sepultado en la catedral de Monreale (Provincia de Palermo, Sicilia).
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